El jueves vimos, en primera medida, al profesor de la Universidad Nacional oriundo de Togo, Maguemati Wabgou, con la ponencia sobre la presencia negra en Bogotá entre los 40s y 60s del siglo XX. Ámbitos referidos a los códigos de vestimenta que regían el físico de la comunidad afro en Bogotá, que variaba según su lugar de procedencia, y las congregaciones musicales para unir a la población negra emigrante de la época, entre otras, fueron los llevados a colación en la charla.
‘’Ser negro no es fácil, hay que permanecer en la lucha’’.Maguemati habló acerca de la importancia de los espacios culturales como los primeros bares de manifestaciones musicales afro en relación a los ritmos cubanos y la conformación de la salsa. Contaba que se reunían, a mediados del siglo XXI en un la que en esos tiempos era la estación radial principal de la cadena Caracol y tocaban música juntos. La unión antigua de los negros en Bogotá la recordó con gran emoción.
Pareciera que los emigrantes eminentemente africanos estuvieran estrechamente unidos socialmente hablando en una ciudad ‘pluricultural’ donde ignoramos existencias y sabidurías orientales que resultan siendo mucho más sabrosas que las que nos meten por los ojos en la ‘academia’. Ezana Habtegabr con una educación a partir del inglés debido a sus estudios en Estados Unidos luego de su posterior salida de su lugar de nacimiento en Etiopía, habló acerca de la importancia de la cultura rastafari en la conformación de la identidad africana. Partiendo del hecho que ‘lo rasta’ es una manifestación que ve su origen en Jamaica y que adquiere personajes e historia de Etiopía, que es representada como zion dentro de la cultura debido a su lucha social armamentaria en contra de la esclavización, recordando que fue el único país que no fue repartido en la Cumbre de Berlin debido a sus montañas y su militancia, aunque tuvieron que enfrentarse a los italianos y posteriormente a los alemanes para permanecer bajo el status de país no esclavizado.
El viernes, escuchamos al profesor Francisco Perea, oriundo del Chocó, ahora decano de la Facultad de Educación de la Uniminuto. Entendimos la importancia de las narrativas y de la música en la conformación de identidad del pueblo afro, en específico. La salsa, que originalmente es un conjunto de sones cubanos que provenían de sublimaciones afrodescendientes a modo de remembranza de sus pueblos natales, aquellos a los que los colonizadores arrebataron. Provenientes del Congo, como muchos comparten, por eso el soukous comparte una importante cantidad de métricas y bases rítmicas con lo que hoy conocemos como salsa.
Contaba Francisco que la investigación que adelanta de las narrativas en el proceso de la descolonización cultural en Colombia surge a partir de una pregunta que en algún momento de su vida apareció en su existencia: ¿quién soy yo?, dio cuenta que eso que él cree ser es basado en ese sin fin de sonidos rítmicos y de narrativas que pasaron por sus oídos desde pequeño. La música es muy importante en la comunidad afrodescendiente, representa muchas veces esa conexión con la raíz esencia, África, aquella tierra fragmentada, el hogar.
Gibson Useche nos compartió los resultados de la investigación que adelanta por visibilizar la llamada ‘’Etnoliteratura’’ que, como, es bien conocido es un rollo de corte jupiteriano encontrarla en físico. Pareciera que la literatura costumbrista y que relata las cotidianidades de los pueblos étnicos estuviera escondida. Ignorada por la escena, segregada, seccionada en un estante empolvado, seguramente, junto a el otro montón que habla de ‘’lo oriental’’. Una nueva enseñanza tras aquella ponencia; LO NEGRO es un proyecto en pro del desarrollo de la comunidad afrodescenciente en Colombia, y bueno, ¿dónde quedan los demás grupos sociales étnicos que habitan en el país?, afortunadamente no somos los únicos, no somos la única minoría. Si estamos luchando como comunidad para erradicar del yugo de la sociedad conceptos discriminatorios dentro de su idiosincrasia y comportamiento general, no podemos no ser consecuentes con eso y nosotros desde nuestra atmosfera ignorar que en realidad somos una comunidad étnica, que contempla especificidades de corte histórico y regional, pero que tiene claro el concepto de igualdad y lucha, pro derechos, pro inclusión.
La diáspora africana en Colombia es un tema que últimamente nos ha tenido profundamente inquietos, hemos estado leyendo y alimentándonos de diferentes investigadores, literatos y docentes especialistas en el tema. Douna Tongrongou, originario de Chad, habló acerca de la diáspora africana. La ponencia fue más un debate conversado que una línea tiempo expuesta por un conocimiento individual. Luego de una introducción en la que hubo cabida para temas como el origen comprobado antropológicamente de la humanidad en África con Lucy en Etiopía y Toümai en Chad, denotando una tranquilidad contagiosa ahondo en la discusión sobre la ‘’Cátedra Afrocolombiana’’, la cual debería estar siendo empleada en todas las instituciones educativas del país por decreto según la Constitución del 91, la cátedra está siendo ignorada, no se dicta, y en muchas ocasiones quienes la dictan son entes externos y lejanos a la población afrocolombiana, se dicta a partir de las trivialidades en las que nos han circundado desde que a mediados del siglo XIX se abolió oficialmente la esclavitud en el país. Lo afrocolombiano pareciera que no tiene cabida dentro de lo educativo, se nos excluye de lo intelectual, nos delimitan una línea frágil en donde las prácticas culturales son más importantes que las reflexiones mentales.
Generalizar en todo ámbito es absurdo, pero nos vemos en la obligación de denunciar bajo este precepto etimológico. Douna, después habló del medio ambiente y de la importancia de su debido cuidado. Verde y sonriente, como idealizamos África.
Luego de su ponencia, el profesor africano propuso eliminar de la idiosincrasia afro palabras que considera denigrantes, demostró querer ser tratado como un humano primero que ser señalado por un color. LO NEGRO, como siempre hemos suspirado, es un medio puramente humanista que representa el color no como la melanina de la piel sino como un conjunto de sensaciones y manifestaciones espirituales permanentes en un ser que entiende su procedencia y que reconoce que parte de África. Douna propuso quitar denominaciones que nos hagan acudir a un color para llamarnos a nosotros mismos. Primero: humanos, segundo: africanos, tercero: colombianos.
Dinah Orozco, docente de la Universidad Distrital y ser en mando de la implementación de la ya mencionada ‘’Cátedra Afrocolombiana’’ en relación a la educación superior habló de la importancia de las narrativas literarias y la influencia africana en ella. Es vital para entender lo significativa que es la tradición oral en la comunidad afrocolombiana. Se recordó el fundamental aporte de Alfonso ‘’El Brujo’’ Córdoba en esa oralidad que representa, culturalmente hablando, a la población afro en Colombia. Acudió a la poesía africana y habló de los aportes de diferentes literatos africanos importantes en la historia de la literatura para entender por qué somos cómo somos. Todo lo anterior enfocado a la educación primaria, de los niños, infantes, esas pequeñas esponjas expectantes y curiosas en muchas ocasiones, que están absorbiendo los primeros conocimientos. Es importante, nos parece, suavizar la implementación de la educación occidental en los niños, la consideramos vaga y preestablecida, por el contrario, incluir lo oriental sin segregar es tener una cosmogonía más amplia del mundo universal.
La importancia de la lectura en los procesos de aprendizaje es de vital relevancia y si se les brinda la oportunidad de conocer esa que proviene de la tradición oral étnica, seguro el sentido de pertenencia para con la comunidad será de arraigo y la consciencia será una en la que prime la colectividad y el respeto por la ancestralidad propia, de su procedencia, no la impuesta, no la colonizadora.