LO NEGRO - El Goce Goce (Miércoles 25 de Marzo - Poliradio)

diciembre 03, 2014

''Negro soy, negro vengo y negro voy.. Negro ayer, mañana y hoy'' de Wilberto Pérez

Corrían los años 70, mi madre me trajo a la capital de la república en busca no de un sueño, sino de una persona, mi padre. El frío golpeaba nuestras caras haciéndolas tomar un color marrón peculiar. Dejábamos atrás esa ciudad caliente, de calles polvorientas y rostros de azabache que con cada risa componían un son. Nuestra infancia feliz se volcaba a una infancia de incertidumbre en la capital colombiana.
Una escuela distrital nos esperaba, a mis hermanos y a mí, desde el ingreso a las aulas se observó un rechazo hacía esas personas cuya piel no era similar a la de ellos, sin embargo aún no sabía cuál era la diferencia entre ser blanco y ser negro, pero mi principal preocupación era el estudio. Las dificultades económicas no se hicieron esperar y con tesón, nuestro padre, un incipiente y empírico comentarista de deportes, nos fue dando lo poco que podía para solventar nuestras necesidades diarias. Mi madre, la más noble de todas, se dedicaba al hogar.

Los cánticos racistas se hacían notar en la escuela, “negro cuscús, debajo de un bus, se tira un… y apaga la luz”, nos veíamos obligados a responder con golpes, en la calle. A veces la ofensa se vuelve costumbre y es así como ya no nos causaba daño los cantos, insultos o desavenencias. El rendimiento académico estaba por encima de la discriminación que empezaba a bordear nuestras vidas. Mi timidez reinante apareció junto a la tartamudez que marcaría  de ahí en adelante el camino de mi vida. 

El problema del habla se volvió crítico, no podía realizar exposiciones de algún tema, más por la timidez o el temor a la burla y por ende al fracaso, que por falta de conocimientos. Mi hermana, siempre me sacaba de apuros en esos casos y hasta un día, recuerdo, que leyó delante de todo el salón una tarea mía que no pude expresar por mi cuenta.

Aparecieron mis primeras lides en el amor, en el cual los besos estaban por encima de las palabras. En ésta etapa de adolescente observaba en carne viva la discriminación, pero la sobrellevaba con un excelente rendimiento académico, siempre ocupé los dos primeros lugares en cuanto a  buenas calificaciones en todas las asignaturas en los grados que cursé. 

Terminé mi bachillerato, con un montón de amigos, con una novia que nos juramos amor eterno (después del grado de bachiller no la volví a ver) y con ganas de ser un reconocido profesional. Mi sueño era ser médico cirujano, para ello, me inscribí en la universidad de la ciudad de donde un día salí junto a mis hermanos y era tanta la cantidad de inscritos que obtuve un puntaje intermedio, pareciera que la medicina fuera el puente hacía la riqueza. Finalmente, empecé a estudiar Ingeniería Química en una prestigiosa universidad de la capital. Era el único negro dentro de una sociedad estudiantil donde prevalecían los hijos de ministros, coroneles de la república y empresarios de gran poder. Al ingresar a la universidad me encontré con un muro de gran dimensión, un choque contra el mundo y estaba sin mi hermana que me sacaba de apuros. Me encontraba solitario y una tartamudez que me cohibía de realizar muchas cosas.

Empecé a leer escritos de experiencias con personas que habían superado este problema del habla y me encontré con que el control de la respiración y empezar frases cuya primera palabra no empezara con una vocal era un ejercicio adecuado para “vivir” con ésta dificultad y aumentar mi calidad de vida. Esto me dio confianza y empecé a desarrollar mis estudios superiores con más entusiasmo y dejando atrás la timidez que me caracterizó.

Mis compañeros me miraban escépticos y poco me dirigían la palabra, pero me importaba más el hambre que tenía por mi carrera y las ganas de aprender que cualquier otra circunstancia. Venía de una familia humilde. Mi padre nos daba la oportunidad de estudiar con mucho esfuerzo (a los cinco hijos) y recuerdo que algún semestre le tocaba suspender a alguno de nosotros estudios para que siguiera el otro. Hoy estoy orgulloso de mi padre y gracias a él tiene cinco hijos profesionales.

Al ser el único negro en la Universidad todas las miradas estaban sobre mí, pero mi rendimiento académico hacía que todas las intenciones de discriminación fracasarán o tal vez las consideraba signo de ignorancia y no las veía. Recuerdo que en un parcial de Termodinámica II el profesor dejó sacar apuntes, libros y todo lo que hubiera a los estudiantes, menos a mi compañero costeño y de tez un poco más clara que la mía y a mí. Al preguntarle por qué no teníamos los mismos derechos que los demás solo atinó a decir: “ustedes no están capacitados para esto… ustedes no pueden consultar algo….”, un claro sigo de discriminación racial. La respuesta fue un 4.8 de calificación.

En la sustentación de la tesis de grado para optar al título de profesional en Ingeniería Química, tuve muchos inconvenientes por mi dificultad para expresar claras las ideas debido a mi tartamudez. Uno de los jurados no quería aprobar la tesis porque aducía que no estaba capacitado para ser Ingeniero, pero miraba más el color de mi piel y mi problema físico que mi capacidad intelectual para desarrollar mi carrera. Dos de los jurados aprobaron mi tesis y literalmente me tocó rogarle al tercero de ellos para que firmara la aprobación.

Fui controlando mi tartamudez, ingresé a laborar en una embotelladora de gaseosas, donde apareció de nuevo la discriminación. Al ingresar, un supervisor de producción me “uniformó” de caqui, ese era el color de los uniformes de los operarios de producción. Al saber esto el gerente de la empresa, un cartagenero rancio, hizo llamar al jefe de producción y lo ultrajó delante de mí, pues mi uniforme era azul, como el de los profesionales que allí trabajaban.

Así seguí mi vida profesional y actualmente desempeño un oficio que algún día soñar con él era imposible. Un docente se caracteriza por su expresión verbal para proporcionar conocimiento a sus estudiantes. Soy docente de Ciencias Básicas (Química, Física y Matemáticas) en una Universidad de la capital, después de haber pasado por colegios públicos y privados. Es un oficio de vocación, me gusta y lo desempeño con gran pasión. Además, he realizado posgrados y también soy consultor en calidad, lo que me ha permitido realizar capacitaciones en temas de calidad a empleados de diferentes empresas.

Lo que un día me marcó hoy es un ejemplo de superación para las generaciones recientes que se amedrantan ante una pequeña dificultad. Soy afrodescendiente, soy negro de nacimiento y es mi mayor orgullo. Les inculco a mis hijos la importancia y lo que significa ser negro en una sociedad difícil, en algunos escenarios racista, clasista y elitista.

“Negro soy, negro vengo y negro voy….negro ayer, mañana y hoy…”.